Turismo sostenible en Semana Santa: así puedes disfrutar tus vacaciones mientras cuidas del planeta
El turismo sostenible también puede conseguirse en Semana Santa. Solo tienes que seguir estos consejos

La Semana Santa es, probablemente, la primera gran fiesta impulsora de turismo del año. Después llegan el verano, la temporada de ferias y romerías y, por supuesto, la Navidad. Pero la Semana Santa, que en el hemisferio norte coincide con el inicio del buen tiempo, es ese pistoletazo de salida tan deseado en el ámbito de la hostelería. No importa si eres más o menos seguidor de esta tradición, por la rama religiosa o por la artística y cultural. Muchas personas aprovechan esta época para hacer el primer viaje del año. Por eso, es un momento perfecto para hablar sobre cómo podemos ser partícipes del turismo sostenible.
Aproximadamente el 8 % de las emisiones de gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera proceden del turismo. Desde el transporte hasta el alojamiento y las actividades que llevemos a cabo pueden hacer que emitamos una gran cantidad de estos gases contaminantes. Por eso, debemos conocer las claves para disfrutar de nuestros viajes sin que las consecuencias para el medioambiente sean terribles.
Aproximadamente el 8 % de las emisiones de gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera proceden del turismo
Se considera que el turismo sostenible se apoya sobre tres pilares claves. Para empezar, debe ser ecológicamente responsable. En segundo lugar, es muy importante apoyar la preservación de las culturas locales. Y, por supuesto, se debe seguir contribuyendo al desarrollo económico de las comunidades que visitamos. Todo es posible, podemos hacer converger la diversión, el crecimiento de la economía y el cuidado del planeta en el que vivimos. No olvidemos que en Semana Santa el objetivo, más allá de lo cultural y artístico, es rendir homenaje a una personas que, según la religión cristiana, dio la vida por nosotros. Ya que lo hizo, contribuyamos también a dejar un planeta habitable a las generaciones que nos sigan.
Consejos básicos para un turismo sostenible
No importa si viajamos por Semana Santa o por otro motivo. Para ser partícipes de un turismo sostenible siempre debemos seguir más o menos los mismos consejos.
Vigila tu medio de transporte, en Semana Santa y en cualquier época del año
El primero está claro: vigila el medio de transporte que utilizas. Según datos analizados por Statista, los dos medios de transporte que más contaminan son el crucero y los vuelos de corta distancia. Le siguen el coche y los vuelos de media y larga distancia. Después encontramos otros muchos medios de transporte hasta llegar al tren doméstico y, finalmente, el Eurostar. Lógicamente, no se incluyen medios como la bicicleta porque nadie viaja a otra ciudad cargado de maletas en bicicleta. Aunque sí es un medio de transporte muy interesante para desplazarnos una vez que estemos en la localidad de destino.
Ya hemos visto que, de todos los aviones, los que más contaminan son los de corta distancia. Pero, además, son los más evitables. Si nuestro destino está más allá del océano, lo más fácil y rápido es viajar en avión. Es comprensible. En cambio, si vamos a una ciudad cercana, puede que tardemos más en otros medios de transporte, pero el planeta nos lo agradecerá. De todos modos, una clave importante del turismo sostenible también es recurrir al turismo local. Especialmente en Semana Santa, es muy interesante viajar a ciudades o localidades cercanas. ¿Qué hay mejor que conocer las costumbres de nuestra propia comunidad antes de lanzarnos a disfrutar de otras? Es bueno para nosotros y para el planeta. Un win win.
Prepara a conciencia tu equipaje
Cuando viajamos en avión nos cuidamos mucho con el tema de los líquidos para evitar tener que facturar las maletas. En cambio, si optamos por destinos cercanos y no viajamos en avión, como recomienda el turismo sostenible, no nos fijamos tanto en eso. Aun así, es bastante recomendable seguir usando las mismas medidas. A veces, optamos por llevar cosméticos líquidos, pero en botes pequeños, para que no ocupen mucho espacio en la maleta. A la larga, eso supone un desperdicio de plásticos mucho mayor. Por ejemplo, siempre es aconsejable que nos pasemos a los jabones sólidos y con envase de papel o de metal, pero especialmente cuando viajamos.
También es recomendable que llevemos lo justo. Cuanto más llevemos, más posibilidades hay de que nos excedamos con los residuos.
Elige un alojamiento sostenible o, al menos, haz buen uso
Existe una acreditación llamada B Corp, que se le concede a los alojamientos, restaurantes y otros establecimientos hosteleros que cumplen con los criterios del turismo sostenible. En realidad es válido para cualquier empresa, pero en este caso nos centramos en las relacionadas con el turismo. Los criterios que se tienen en cuenta incluyen, por ejemplo, el uso responsable del agua o el empleo de fuentes de energía sostenibles. Podemos ver también que cada vez hay más alojamientos que han dejado de ofrecer los típicos amenities de higiene personal y han puesto dispensadores de jabón de mayor tamaño, para evitar la generación de demasiados residuos.
Es aconsejable que nosotros elijamos este tipo de establecimientos. No obstante, sea cual sea el lugar en el que nos alojemos, hay algunas medidas que podemos llevar a cabo para que nuestro turismo sea más sostenible. Por ejemplo, aunque no nos toque pagar la luz, debemos evitar dejarla encendida al salir de la habitación. Lo mismo para el agua. Y también para la calefacción o el aire acondicionado. Algunos hoteles tienen la climatización centralizada y la encienden solo a horas concretas. Pero, si no es el caso, debemos intentar usarla cuando sea necesario y de forma eficiente. Por ejemplo, dejar todo cerrado con la calefacción un periodo corto de tiempo y disfrutar luego del calor almacenado en la estancia.
Consumo de forma responsable para un turismos sostenible

El consumo responsable también es esencial. De hecho, se pueden cumplir con él todos los pilares del turismo sostenible. Por ejemplo, si adquirimos productos locales, apoyamos a la economía de la zona, pero también disminuimos nuestra huella de carbono. Además, si optamos por la artesanía, ponemos en valor la cultura del lugar que visitamos. Esto es especialmente destacable en Semana Santa.
Para la alimentación valen los mismos consejos. A ser posible, es mejor consumir productos de proximidad.
Por supuesto, todo esto también aplica a las excursiones
Las actividades culturales y las excursiones pueden ser muy contaminantes. Por eso, si queremos mantener un turismo sostenible debemos intentar recurrir a aquellas que velen por los recursos naturales y el patrimonio de la zona que visitamos, minimizando los residuos y haciendo un uso responsable de los recursos.
En este caso estamos hablando de Semana Santa y, desde luego, la actividad por antonomasia en estas fechas son las procesiones. Estas siguen tradiciones muy arraigadas, que a veces son difíciles de cambiar. Aun así, ya se empiezan a tomar algunas medidas en aquellas facetas que podrían ser contaminantes o perjudiciales para el planeta.
Un buen ejemplo es el de las velas de Semana Santa
¿Qué sería de la Semana Santa sin velas? Los tronos de las imágenes, los faroles de los nazarenos, los cirios de las personas que acompañan a la procesión… Las llamas iluminan la noche por todas partes. Desgraciadamente, todo esto tiene una cara B cuando pasan las fiestas y vemos las calles llenas de cera. Supone un gran peligro, pues el asfalto y los empedrados se vuelven especialmente resbaladizos. Pero eso no es todo, también puede ser muy poco sostenible.
En Sevilla, la capital de la Semana Santa, en 2016 se retiró cera de 40.000 metros lineales y 100.000 metros cuadrados. La empresa de limpieza del ayuntamiento de la capital andaluza, Lipasam, gastó más de 1.000 metros cúbicos de agua para limpiar toda esa cera. Estamos hablando de un millón de litros. No está el planeta para tales despilfarros, por lo que en 2017 Lipasam se asoció con la Universidad de Sevilla para desarrollar una cera de fácil limpieza, que a la vista fuese idéntica en los cirios, pero requiriese mucha menos agua para sacarla del suelo. Desde entonces no se han hecho nuevas publicaciones que indiquen que el proyecto ha llegado a buen puerto. Mientras tanto, se intentan buscar otras alternativas.
El material es muy importante. Actualmente las ceras más usadas son las de abeja y las de soja. La parafina, mucho más contaminante y fabricada a partir de un recurso no renovable como es el petróleo, está ya prácticamente en desuso en Semana Santa. Generalmente las velas se fabrican de forma artesanal, promoviendo la apicultura local y con materiales en los que se intenta minimizar el goteo. No es perfecto, pero poco a poco se va caminando para que el turismo de Semana Santa también sea más sostenible en este aspecto.
De hecho, en la ciudad coruñesa de Betanzos se han puesto en marcha proyectos de reutilización igualmente interesantes. Se recoge la acera y se limpia y prepara para su uso en el año siguiente. Es una buena idea para llevar el reciclaje y la reutilización a esta tradición tan antigua.
¿Y qué pasa con las palmas de Semana Santa?
Si vamos a pensar en recursos naturales y Semana Santa es imposible que no nos vengan a la cabeza las famosas palmas del Domingo de Ramos. Aquí debemos hacer una distinción y recordar que España no es el único país donde se celebra la Semana Santa.
En países latinoamericanos como Ecuador y Colombia también existe esta tradición, incluyendo el uso de las palmas. La diferencia es que ellos recurren a la palma de cera (Ceroxylon quindiuense), una planta nativa de los Andes que se encuentra en peligro de extinción. Por eso, en los últimos años se han puesto en marcha en estos países varias campañas a favor de un turismo sostenible en el que no se abuse de estas palmas en las procesiones.
En España, en cambio, se recurre a la palmera datilera. No es una planta en peligro de extinción, tampoco se trata de una especie invasora y no se daña la palmera completa para obtener las palmas. Por eso, podríamos considerar que las palmas españolas no atentan tanto contra el turismo sostenible. Sin embargo, sí que hay un factor a tener en cuenta y es que el mayor productor de estas palmas de Domingo de Ramos en España es Elche. Si en ciudades muy alejadas de la localidad alicantina se importan desde allí, la huella de carbono puede ser considerable. Intenta averiguar de dónde vienen las palmas y, si no lo tienes claro, no pasa nada por no poner una en tu balcón o por participar en la procesión sin llevarla. Ya hay muchas, no es necesario añadir más.
Con todo esto en cuenta, está claro que podemos disfrutar de la Semana Santa y llevar a cabo un turismo sostenible. También parece que hay medidas en marcha para que esta tradición se realice de la manera más amigable posible con el medioambiente. Solo se trata de una cuestión de equilibrio.